lunes, 28 de junio de 2010

Recorrido fugaz

“Un diario es el puente entre la sociedad y el poder”, afirma Jorge Lanata, ex director del diario Critica, en el avance del documental que narra el nacimiento del proyecto. Una elocuente metáfora, ya que aquellos con poder han dinamitado el puente donde se encuentran los trabajadores.
En un remoto recoveco de la angosta calle Maipú, se esconde una redacción de la cual muchos hemos oído hablar pero no todos podemos imaginar. Unos cuerpos se asoman, como expectantes, detrás de un escritorio improvisado en la entrada con tres pilas de diarios encima. Luego de que pasan unos instantes, se relajan. Se miran. Se hablan. Descansan. Eran las once de la mañana y las caras de frustración se notaban. Esas figuras similares toman personalidad y responden ante los saludos de una forma muy agradable y hasta amistosa, invitando al interés individual a que le dé una oportunidad a la historia que se oculta tras ellos, tras esas letras que forman “El Diario no se cierra. En lucha por la continuidad”.
En la oficina del inactivo diario se encuentran tres mujeres no menos amables que saludan al pasar hacia la redacción. Hacia la izquierda al ingresar al corto pasillo, una cabina con vidrios transparentes parece proteger a una persona, sumergida en el monitor de una computadora mientras teclea furiosamente. En un vidrio, un dibujo se destaca gritando “Esto es la lucha”. Carteles y pancartas abundan sobre numerosos escritorios desordenados, en lo que sólo se parecen por sus monitores apagados y fotos de Antonio Mata siendo acusado de empresario estafador y vaciador.
Colchones, papeles, caras largas y espacios vacíos en la redacción que indican frecuentes asambleas son las cosas que se ven claramente al ingresar a la única habitación del edificio. Tras rejas, un cuarto alberga las viejas ediciones del periódico que no saldrán a la venta por un largo tiempo. El lado derecho de la redacción posee un primer piso por el cual se accede a través de una escalera delante del cuarto enrejado. Allí se encuentra la redacción de periodismo digital, el cual es una octava parte del gráfico.
Detrás de la sala principal y por encima de la entrada, con un ventanal que da a la redacción general, se despliegan las oficinas de dirección del diario, casi como si fuera un panóptico controlando todo. Pero, según los periodistas que trabajaron allí, no se vivía un clima de hostigamiento para trabajar sino más bien lo contrario. Lanata recorría, en sus tiempos de director, las diferentes secciones charlando con los periodistas.
Al fondo de la gran sala se encontraba un ventanal que daba a un patio. Allí, unas letras rojas desordenadas se encontraban abandonadas alrededor de una parrilla que parecía abatida por un reciente e intenso uso.
Un grupo de estudiantes se agrupa en el mayor espacio vacío y charla con tres compañeros periodistas acerca de la situación de toma y de las expectativas sobre la lucha. Unos instantes después, una serie de crujidos proveniente del pequeño primer piso llama la atención de todos. Con un fugaz suspenso, todas las miradas se vuelven a esa dirección y una silueta asoma la cabeza y dice: “¿Por qué tanto ruido?”. Tras bajar y despertarse un poco, un nuevo compañero se suma a la charla que comienza a concluir. Entre saludos, abrazos e intercambio de correos electrónicos, la comprensión de la lucha de los compañeros de Crítica de Argentina parece llegar a las mentes abiertas aunque no a las cuadradas.

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