“Yo soy libre solamente en la medida en que reconozco la humanidad y respeto la libertad de todos los hombres que me rodean” – Mijail Bakunin
Repetidas son las veces que aquellos que piensan diferente son denigrados. Casi como esos pastizales que se pasean frenéticamente sobre su eje al compás del viento, observando desde el costado de una larga ruta, abundan las personas que se mantienen estáticas y creen seguir o tal vez, recuperar una realidad que ya es ajena a ellas.
Durante ya varios días, me he encargado de entablar conversaciones con la mayor cantidad de gente posible, además de ideologías muy diferentes, para intentar ver que tan fuerte era mi forma de pensar, que errores o huecos tenía y qué cosas podía mejorar; mas me he llevado más decepciones que frutos jugosos. ¿A qué me refiero? No son pocas las personas que parecen juzgar erróneamente qué es práctico y qué es utópico. Antes de proseguir, es preciso aclarar que se llama normalmente utopía a algo que no se puede realizar. Hoy en día, algo que se pueda concretar o no es simplemente relativo. Hablaré al respecto más adelante, ya que ahora me centraré en los fragmentos más importantes de mis discusiones.
El punto más frecuente en el que suelo enfatizar cada vez que hablamos del hombre y su forma de actuar, es la naturaleza. Muchas personas, la mayoría con las que he hablado, se refieren con la naturaleza del hombre a lo innato, a lo predestinado. ¿Exagero? Hace miles de años, la filosofía hablaba del destino como algo que no se puede cambiar, afirmando que no importa qué hagamos, nuestra vida ya estaba escrita. Ese trozo de pensamiento perduró en muchas religiones, como los gitanos que leen las manos (sin faltar el respeto, por supuesto). Podemos relacionar tales conceptos porque tanto la naturaleza como el destino son invariables, no importa el caso. Según varios conocidos, está en la naturaleza del hombre odiar, codiciar, matar (la guerra) y demás acciones que, infelizmente, coinciden con los famosos pecados capitales. Para aquellos que lean esto y estén de acuerdo, me han sostenido este concepto diciendo que desde el origen de la humanidad el hombre ha hecho estas cosas. No soy ajeno a este punto y es cierto que el hombre ha hecho esas cosas, pero fue por las circunstancias. Con esto me refiero a que el hombre siempre actúa según la situación social que le toca vivir, es condicionado por su realidad. Tal hecho entonces nos lleva a razonar que si la sociedad cambia, así cambiará lo "innato" en el hombre. Por lo tanto, queda completamente desacreditada la afirmación del concepto de la naturaleza del ser humano, ya que el mismo ha accionado de maneras completamente diferentes y si, desviándonos un poco, existiera tal cosa jamás habrían existido figuras como Gandhi, Jimmy Hendrix, Martín Luther King, Che Guevara, etc.; citando ejemplos diversos, porque todos estamos destinados a ser malvados. Lacan, en sus escritos acerca de la psicología humana, felizmente habla de que el hombre está condicionado por lo lingüístico, lo simbólico. Con simbólico se refiere al lenguaje, a las normas de la sociedad y a las obligaciones impuestas por determinados poderes ajenos. Para finalizar este tema, queda aclarado que no existe nada innato en las personas, sino que las mismas son moldeadas por la sociedad, su educación y los poderes públicos del gobierno vigente.
Otro punto muy recurrente al que me refiero es a la efectividad de la política, en cualquiera de sus casos; ya sea democracia, parlamentarismo o dictadura militar. Por mi forma de pensar, me posiciono muy crítico ante todo poder político, mas reconozco aspectos positivos si los hay. Casi todos con los que he hablado en política coinciden en que se deben hacer reglas impuestas, se deben desplegar fuerzas públicas en conflictos y debe haber líderes de todo tipo. Difiero mucho de este pensamiento, sobre todo en la necesidad de jefes o líderes. Seguir a un líder o someterse a cualquier tipo de gobierno, pensamiento o camino es denegar nuestra propia capacidad de pensar, de decidir y destruye cualquier iniciativa personal que podamos desarrollar. Todo lo que el líder dice está bien. En el momento que seguimos, dejamos nosotros de ser líderes y nos posicionamos detrás de otro. Asimismo, en el momento que nos titulamos líderes nos "posicionamos" delante de los demás. Relacionado con lo que hablé líneas arriba respecto a la naturaleza del hombre, si alguien puede ser líder (refiriéndome a sus aspectos y conocimientos), todos podemos serlo si lo queremos. El creer que alguien es mejor y que eso no puede cambiar es absurdo, porque es una persona al igual que uno. Si bien no repudio la existencia de líderes, repudio el seguirlos y aplaudo ir a la par de ellos. A menos que se quiera mantener dominado, todas las partes deben ser lideres para no ser engañadas o mandadas como rebaño. Es por esto que afirmo que la sociedad no puede cambiar, de ninguna manera, siquiera en democracia por la razón básica que en tal forma de gobierno hay un grupo político que va a querer seguir manejando como rebaño al pueblo. Lo mismo sucede en los otros modelos que mencioné. No hay voluntad del aparato político de cambiar eso, mucho menos en conglomerado de sectores económicos. En síntesis, esa es una de las razones que critico de dichos modelos políticos. Apoyo medidas populares como muchas de Perón, Evo Morales y Chávez, pero no se puede ir más allá de eso porque es técnica y políticamente imposible. El Estado, por más publicidad o ingenio que se le ponga, no deja de ser un estado temporal social, ni siquiera necesariamente un período de transición. "El ejecutivo del Estado moderno no es otra cosa que un comité de administración de los negocios de la burguesía”, afirmó Karl Marx.
El tercer y último tema recurrente es el más interesante y argumentativo: Lo práctico y lo utópico, politicamente hablando. Este punto me interesa mucho porque ha surgido reiteradas veces con un amigo hablando de la Rusia post-octubre de 1817. Mientras yo repudiaba la Rusia oligárquica que reinstauró Stalin, un amigo afirmaba que si no hubiera sido por el, Rusia jamás habría podido ser una potencia capitalista capaz de competir con Estados Unidos. Claramente tiene razón pero, ¿Fue bueno ser tal cosa? ¿Un pueblo que luchó por su libertad quería que volviera la burocracia al poder? ¿Los revolucionarios que dieron su vida querían ver nuevos opresores pisar a sus hermanos? Las personas volvieron a ser esclavas, reprimidas por un aparato militar que asesinó a la mayor cantidad de opositores posible. Aunque de esto también fue responsable Trotsky. "La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”, decía Karl Marx. El aparato político llevado a cabo por los bolcheviques no hizo más que hacer nacer un nuevo imperio en la madre fría: Uno que aspiraba a vencer a su hermano en occidente y nunca más volver la mirada al proletariado. “Pueblos libres, recordad esta máxima: Podemos adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se pierde”, escribió Jean Jacques Rousseau. Pero volvamos al inicio de éste párrafo, en el que comencé hablando de lo práctico y lo utópico. No. Volvamos más atrás aun, al comienzo del texto, con la descripción de los pastizales. Es muy común, particularmente en Argentina, hablar de política certera o socialista o nacional y popular al peronismo. No es el momento de discutir si es bueno o no, pero si es preciso aclarar que el peronismo, lamentablemente, terminó siendo más de lo mismo. Antes, líneas más arriba, admitía que adhería a cualquier medida que fuera benéfica para el pueblo y lo sostengo, pero el peronismo, así como cualquier modelo estatal, no está destinado a despegar de su eje ni mucho menos a mirar abajo a quienes lo sostienen: el pueblo. No al menos hoy. No importa quién esté al poder ni que medidas populares se realicen, los estados siempre terminan por ceder a los poderes de la alta burguesía, a los sectores fuertes del capitalismo como las mega-empresas extranjeras y los bancos. Para que se comience a entender la idea que quiero plantear, con medidas prácticas me refiero a acciones de corto plazo, inmediatas, para calmar temporalmente las aguas. No es más que eso. En efecto, las medidas inmediatas nunca han perdurado en el tiempo sino que sólo fue un placebo para el mal que vive la sociedad. Pero se le dice utópico a todo aquello que es, supuestamente, imposible de realizar. Una autogestión es imposible de realizar, dicen. No es posible el orden sin Gobierno, afirman. ¡Pero vamos! Recuerdo la Revolución de Octubre, recuerdo la autogestión de los españoles durante la separación del estado en el 36, recuerdo la agilidad del Ejercito Negro de Ucrania. ¿Imposible? No. Aquellos que creen tener el poder no lo quieren. Es por eso que los bolcheviques destrozaron a la autogestión española. Es por eso que los políticos se refieren a algo así como utópico o peligroso. No es imposible, sí difícil y largo, pero de ninguna manera imposible. Ya ha ocurrido, pero se ha hecho todo lo posible por detenerlo. Pero muchos me dicen que los tiempos han cambiado, que la gente es mala por naturaleza y que no puede suceder algo así. Abramos los ojos: En los lugares más pobres del interior no existe gobierno que los ampare, los indígenas no tienen quien los respalde y siguen, esforzándose día a día, viviendo. Viven en comunidad y no perjudican a nadie, incluso cuando los violan de toda forma posible constantemente desde los diferentes poderes políticos. Terminemos con el concepto de utopía como algo imposible. Terminemos con la idea de que somos un gran rebaño que sigue y que eso no puede cambiar. Es hora de que dejemos de creer todo lo que nos dicen y pensar. No seamos una masa uniforme, arrastrada por las pesadas cadenas del capitalismo y la burocracia política. "Uniformidad es muerte, la diversidad es vida", concluyó Mijail Bakunin.